Al pequeño de la casa le gusta gastarnos bromas. Con frecuencia se esconde para pegarnos sustos a su hermano ,padre o a mí .Yo ,después del susto ,me cabreo porque ¡Una vez más me ha pillado!... Pero esta vez me he reído a mandíbula suelta y sin vacuna, porque no me ha tocado a mí, aunque en parte me ha llegado la onda expansiva.
Cada vez se supera a sí mismo, y su mente, sobrada de facultades creativas, ingenia los más maquiavélicos y tenebrosos planes, para el disfrute de la familia.
Y esto es lo que le ha pasado al papá al abrir el congelador en busca de helados ,de los que son viciosos consumidores todo el año junto al niño mayor ,encargándose ellos de tener el compartimento abastecido ,al que yo no accedo hasta el verano ya que asocio la ingesta de helados con el "caloret"(desde que conozco esta palabra queda incorporada definitivamente a mi léxico).
Me encontraba en mi éxtasis febril ,y no precisamente embargada por un sentimiento de admiración y alegría..¡Esto vino después! Sino en suspensión total del uso de mis sentidos y facultades producto de la gripe ,que dicho sea de paso, se encuentra instalada muy a gusto entre nosotros, cuando escuché un grito paternal ambiguo e indefinido: